Si eres dado a la bondad, mansedumbre y dulzura, muchos pensarán que eres débil. Y si verdaderamente eres bondadoso, manso y dulce, tu única defensa será una mayor bondad, mansedumbre y dulzura. No importa lo que sufras no rindas lo que el Espíritu ha hecho nacer en ti por lo que el mundo llama – fuerza. Puedes estar tentado a rendirte y ser amargado, egoísta y cruel – para ser más como ellos.
No lo hagas!
En cambio, corresponde su odio con amor, corresponde sus groserías con gracia, su veneno con palabras dulces. “No seas vencido de lo malo; mas vence con el bien el mal.” (Rom. 12:21) Mientras decides ten en mente que así es como trataron a tu Señor y el siervo no es mayor que el Señor (Jn. 3:16; 15:20).
Tomar la decisión de amar cuando se encara el odio no es fácil cuando el mundo proclama autoprotección e individualismo. No tiene sentido en un mundo de bestias hablar de un evangelio de debilidad. De hecho, puede dejarte pisoteado, con moretones, y raído pero la verdad de Dios prescribe mansedumbre, la mansedumbre ejemplificada de Cristo, es ineludible. El mandato es claro – “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.” (Rom. 12:14). Cada día la decisión es tuya.
El amor es algunas veces muy fuerte, muy duro. Debemos tener límites pero ese no es el tema aquí. Cuando Dios habla de mansedumbre significa que debemos ver la meta más alta, el propósito ordenado por un Dios perfecto – amor – como primordial. También debemos ver nuestro bienestar, reputación, provecho, y aún DERECHOS como secundarios. Eso es muy difícil.
Cristo enmudeció como una oveja delante de sus trasquiladores. (Is. 53:7)
A pesar de que todo el cielo estaba dispuesto Él no ofreció resistencia (Mat. 26:53)
Él oró por los soldados que se burlaron de Él pero no se defendió.
Este era el Hijo de Dios.
Se enfrentó a la burla con bondad pero no puedo soportar que se me malinterprete. Nosotros de ninguna manera somos mayores que nuestro Maestro, pero OH! si tan sólo pudiéramos ser como nuestro Maestro.
Is. 53, Mat. 23:37, Mat. 26:53, Lucas 9:51
Copyright©2010 Hudson Russell Davis – Translated by Jessica Olivares