En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.” (Isaías 6:1-3)
Aunque a la izquierda las túnicas de Uzías ya habían sido dejadas de lado para que otro las tomara,
aunque a la izquierda su casa había sido entregada a alguien más,
aunque a la izquierda su trono era para soportar a otro,
a la derecha el Señor estaba,
“…sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.”
Los tiempos difíciles vendrán a todos y a la vida de cada uno, sino es que ya han venido. El día y año de nuestra tribulación no se anuncia más allá del primer dolor agudo. En ese tiempo, habrán dos visiones delante nuestro – dos maneras de ver nuestras vidas “en ese año.”
En el año que mi abuela murió el Señor estaba todavía en Su trono.
En el año que mi padre murió el Señor estaba todavía en Su trono.
En el año de decepciones y contratiempos y frustraciones Él está en Su trono.
Él todavía estará a cargo de todas nuestras vidas.
Él todavía estará alto y sublime y la orla de Su manto
Se extenderá a los confines de la tierra y más allá.
En ese año como en este año y los años pasados debemos regocijarnos en el Señor nuestro Dios quien hace de ayer y hoy – bien. “Los buenos viejos tiempos,” entonces, fueron buenos no porque nuestros recuerdos hayan sido quemados, sino porque la bondad del Señor era y es nuestra. Estos son y serán “los buenos viejos tiempos” porque Su “bondad y amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.” (Salmo 23:6)
Copyright(C)2010 Hudson Russell Davis — [Translation by Jessica Olivares]