Recuerdo cuando estaba mucho más joven y cantaba la canción infantil “Él Tiene Todo el Mundo en Sus Manos.” Yo estaba convencido, entonces, que esto era verdad y creía en un Dios grande que lo sabia todo y era lo suficientemente poderoso para cuidar de mí pasara lo que pasara. Lo recuerdo como si fuera ayer, necesitando creer que mis escasos esfuerzos no decidían mi destino. Era el más grande consuelo, entonces, creer que no importaba que tan oscuras las cosas se pusieran siempre habría un amanecer. Me consoló, entonces, saber que Él sostenía el mundo entero en Sus manos – y esto me consuela ahora.
Él tiene todo el mundo en Sus poderosas, amorosas manos. Él te tiene a ti y a mi hermano, a ti y a mi hermana en Sus manos. Él tiene los vientos y las lluvias en Sus manos. Él tiene el sol y la luna, la tierra y el mar, al rico y al pobre, al joven y al anciano, y muy seguramente, sin duda Él te tiene a ti y a mí en Sus manos. Podemos llamar a esto providencia, soberanía u omnipotencia, pero la Biblia lo llama amor. Él ahueca Sus manos y las tormentas se deslizan como una suave y relajada brisa. Él habla y las olas se calman. Él habla y nosotros nos calmamos.
Él nos recuerda, como Sus discípulos, que Él no nos ha llamado para destrucción sino para vida. Cuando Cristo les dijo, “vamos al otro lado,” eso es lo que Él quiso decir. No importa que tan mal se veían las cosas no hubo necesidad de que temieran ahogarse. Ellos estaba y nosotros estamos seguros de llegar al otro lado. Las tormentas solo pueden amenazarnos, no destruirnos. El agua no nos cubrirá. Él tiene todo el mundo en Sus manos y Él tiene cada parte de nuestras vidas en Sus manos.
Hubo un tiempo cuando creer que Él estaba en máximo control era mucho más fácil. Hubo un tiempo cunado yo podía simplemente confiar en Él pero ahora – tengo tanto control. De hecho tengo tanto control que diariamente temo que lo perderé todo. Mi fortaleza no me ha traído paz. Si tú te sientes como yo, volvamos a ser quien antes fuimos. Admitamos ahora que hemos ganado solo responsabilidades no control. Admitamos que son Sus manos y Su cuidado lo que necesitamos.
Oh, yo sé, yo sufrí la misma debilidad que tú, el mismo enojo, la misma vergüenza y frustración, los mismos fracasos. Yo también lucho por hacer todo bien, por vivir en paz, y algunas veces cuando no puedo – lloró. Pero, como tiene al pequeño bebé en Sus manos Él también nos tiene a ti y a mí en Sus manos – hermano, hermana. Si no sé nada más, si no confío en nada más, yo conozco la bondad y generosidad de Dios; yo confío en el poder y sabiduría de Dios. Canta conmigo, “Él tiene todo el mundo, en Sus manos…” Cántalo hasta que una vez más vuelvas a creerlo.
Job 38-40, Marcos 4:35, Mateo 8:26
Copyright©2010 Hudson Russell Davis